Qué complicado cuando los abuelos se van, uno quisiera que duraran toda la vida esos seres que iluminan nuestros días...
Mi abuelita hoy está inconsciente y no puedo evitar sentir el nudo en la garganta ante su inminente partida. Tampoco quiero ser egoísta y pensar que estará conmigo para siempre, pero duele mucho despedirse.
Lo peor es que estoy lejos de ella y el trabajo me impide estar cerca...
Tal vez la única forma de sacar lo que siento es escribir, no me puedo poner a llorar delante de mis alumnos, hay que sonreír a pesar de todo, ella era maestra y decía que los problemas se dejan afuera del aula y eso aprendí, solo que duele, duele, duele...
Quisiera abrazarla y que nunca acabe ese abrazo.
Que sea lo que Dios quiera.
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