Y de pronto, cuando me dejaron pasar me encontré con su obra, esperando ser admirada, criticada, felicitada. No había pinturas, era una colección de ropa inútil, de ropa que no entendía, que parecía no tener pies ni cabeza, una serie de piezas imposibles de usar. Me causó curiosidad al principio, nerviosismo después y ansiedad al final. Justo eso era lo que quería Rodolfo, causar ansiedad, a través de sus diseños, de fragmentos de él mismo.
Los hilos me atraparon, la diversidad de texturas cuestionaban mis paradigmas y las piedras puestas a propósito por ahí acabaron por romper mis esquemas.
Excelente propuesta plástica, esas ramas secas me hicieron pensar en que como sujetos nos volvemos inertes ante el mundo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario