sábado, 9 de noviembre de 2013

Lo que NO se debe hacer en el teatro

 
 
                     En todo sitio hay ciertas reglas de convivencia que debemos si no obedecer, por lo menos tomar en cuenta para no quedar mal "en sociedad", he aquí algunas recomendaciones muy a mi estilo. Espero que alguna les sea de utilidad.
 
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miércoles, 6 de noviembre de 2013

"Uno Piú"

De Tour con Aleyda Gatell 

Entre paseos nocturnos de Xalapa se me va la semana, luego de cumplir mi jornada de trabajo como siempre se antoja cenar en un lugar rico y acogedor. 

Hoy les platicaré de un restaurante que me agrada mucho, "Uno Piú".

El ambiente es agradable y a pesar de estar ubicado en una de las avenidas más concurridas de nuestra hermosa Xalapa, el restaurante goza de cierta privacidad. 

El personal que atiende es muy consentidor, de igual manera es usual que te encuentres al mismo propietario saludando y atendiendo a los clientes. 

En esta ocasión decidí pedir una lasaña bolognese que resultó ser realmente deliciosa, que por cierto llegó después de degustar unos cuadritos de pan aderezados con salsas de la casa. 



Pedimos una pizza combinada, hawaiana y queso provolone, nos platicaron acerca del queso, su presentación y su preparación. 


Al final el dueño nos dio a probar su famoso "Limonccelo", una bebida exótica que preparan en Italia y que sirve como digestivo. 

Les recomiendo que visiten el lugar por su trato, calidad y precio. Uno Piú se encuentra ubicado en Av. Araucarias no. 250 junto a la tintorería Presto. 

¡Que lo disfruten!

Twitter: @aleydagatell 






domingo, 3 de noviembre de 2013

El cartero

Corría el año de 1992 cuando a mi salón llegó la maestra de inglés diciendo que traía una nueva actividad para nosotros, nos invitaba a escribir cartas a través de una compañía llamada International Youth Company, aún recuerdo el nombre, aún recuerdo los formularios que teníamos que llenar para participar en el intercambio de cartas con otras personas del mundo, ¡si del mundo!, pagábamos un dólar por cada dirección que quisiéramos, después seleccionábamos el país de preferencia, el sexo de la persona, el rango de edad y a esperar noticias. 

Días después, llegaban a nuestras manos los datos de nuestros futuros amigos con los cuáles nos poníamos en contacto a través del correo postal. Me gustaba comprar hojas decoradas, hermosos sobres y a escribir se ha dicho, mandaba recortes de revistas, fotografías dedicadas, una que otra postal, dibujos, después cerraba el sobre, colocaba los datos necesarios, iba a la oficina de correos, pedía mi estampilla, (internacional porque eso lo hacía más interesante) y a esperar de nuevo...

Pasaba aproximadamente un mes, en lo que se iba la carta al extranjero, nuestro amigo contestaba y luego la carta venía de regreso, cuando se acercaban los días, escuchaba muy atenta el silbato del cartero y cuando la bicicleta se acercaba a casa me brincaba el corazón, pero no, era un estado de cuenta para mamá, qué desilusión, mi carta no estaba ahí, aún no había nada para mi.  Volvía a llegar el cartero y en esta ocasión si era para mi, ¿de dónde vendría?, ¿Sería una contestación a una carta mía o sería una carta de alguien que había pagado un dólar por mi dirección?.

Era emocionante recibir una carta, otra y otra más, gente de aquí y allá, lugares remotos en aquella época, lugares que sólo podía imaginar sólo a través de las líneas que leía, sentir una conexión con las personas por el simple hecho de haber tocado el papel, aunque estuviéramos a miles de kilómetros de distancia. Los años pasaron y yo seguí escribiendo, "conocí" a personas en Aruba, en Egipto, en Francia y en Cuba, no solo eran personas con las que había hecho contacto a través de la IYC, también había decidido escribir a personas que publicaban sus direcciones en revistas y más tarde a personas que conocí durante algunos viajes. De cerca, de lejos, las cartas siempre me gustaron.

Con la llegada del correo electrónico al principio fue novedoso, ver que los mensajes duraban segundos en llegar, luego la introducción de las cámaras web, las fotos digitales, las videoconferencias, todo era tan nuevo que las cartas se empezaron a olvidar, hasta que un día dejaron simplemente de llegar.

Los carteros lo único que hacen ahora es repartir estados de cuenta de algún banco, uno que otro documento oficial y cuando es época electoral fotos y "parabienes" de algún político de moda...
¡Se ha perdido la emoción de recibir una carta!, muchos niños en nuestra época ni siquiera saben qué se siente esperar por ella. Muchos adultos nunca lo hicieron, sentir los nervios de esperar el silbato del cartero, abrir el sobre, desdoblar la hoja, leer las líneas, sonreír por lo escrito.

¡Qué ganas de volver a escribir de nuevo!, local, nacional o internacional, ¿qué más da?, lo importante escribir. ¿Te animarías a iniciar un intercambio de cartas?

Rescatemos el oficio del cartero, ese que durante años nos ha dado tantas alegrías.

Aleyda G. G. Gatell

¿Quieres que te escriba?, Déjame tu dirección y yo te envío la mía. aleyda.gatell@hotmail.com Usemos para bien la tecnología. 

La única petición que hago es que afuera del sobre escribas el HT #RescatandoAlCartero para que poco a poco más gente se sume. 👮🚲 

Por cierto, la carta que aquí muestro es de 1999, me pregunto si habrá alguna manera de contactar a Mohamed Hussein Hatem, mi amigo que vivía en El Cairo hace tantos años. Ojalá si.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Ana Moura. El concierto.










           El pasado jueves 31 de octubre la sala "Emilio Carballido" del Teatro del Estado se vistió de gala con la presentación de la fantástica Ana Moura, procedente de Portugal. La cantante abrió el concierto en punto de las 8:45 sorprendiendo a muchos con su peculiar estilo, sencillez y gran voz.

         Presentó su más reciente disco "Desfado" el cuál está cantado en portugués, eso no impidió que el público se emocionara con sus excelentes interpretaciones, así como los ritmos  que sus músicos acompañantes compartieran con el público. 

           Ana Moura dedicó algunas palabras en español, entre ellas agradecimientos al público que la acompañó esa noche. Debo confesar que no conocía a tan exquisita cantante y que quedé enamorada de su estilo y de su voz. El concierto terminó, pero el público no la dejó ir sin antes pedirle que nos regalara otra interpretación. La cantante regresó al escenario para cerrar con broche de oro y cantar la melodía "Cucurrucucú" de la autoría de Tomás Méndez, hecha famosa por Lola Betrán. Esta última canción fue interpretada maravillosamente. 

Al final del concierto, Ana realizó la firma de autógrafos a quienes compramos su disco, así mismo se tomó fotografías con quienes quisieron. Para mi un gran descubrimiento en la música. El concierto fue organizado por el IVEC y creo que todos los boletos fueron repartidos de forma gratuita.